Erótica cuando su dedo baja lentamente por mi columna.
Erótica cuando él rosa sus labios con mi cuello y con ganas pero con dulzura lo muerde.
Erótica mi piel que se vuelve toda de puntitos y me hace extenderme para darle cabida al estremecimiento.
Erótica mi boca inquieta que quiere recorrerlo, sentir la geografia de su cuerpo, sus suvidades y durezas.
Erótico encontrar nuestras humedades y anhelar el contacto profundo de sus puntas con mis cabidades, desandar el pudor y levantar mis brazos desnudos para que me bese toda, para que sepa que me entrego a ese temblor en mis colinas, a su actividad volcánica.
Erótica sin mente que se desprende del temor de amar y ser abandonada a cambio de un placer todo presente, que me abarca por completo y me convence que no importa lo que pasará mañana, no tengo más tiempo que ese en nuestros cuerpos, enlazadas las lenguas, yo aferrada a su potencia con mis piernas que lo abrazan.
Erótica de deseos cumplidos al verle el pecho abierto, la mirada perdida, los hombros altivos, la cadera ondulante.
Ritmo de deseo femenino de ser poseida y poseerte, de llenarnos de placer y reciclar nuestra energia.
Eróticas, eróticos, para amamantar nuestros fantasmas y emborracharlos con nuestros olores, para que se pierdan en la luz de nuestros climax, para ensordecerlos con nuestros jadeos y no les quede otra salida diferente a sumarse al placer de nuestros cuerpos deseantes.