Este es un aporte de una de las viajeras de las Diosas Obscenas.... aqui sus percepciones, muy apropiadas para este momento en que comenzamos a dar cuenta del viaje en este blog!
Cuarto creciente
La luna está en cuarto creciente y estoy en el segundo día de menstruación. Tengo 31 años y recién comencé a entender ciertas cosas que ocurren en mi cuerpo. Recién comencé a entender el placer y disfrutar de ese regalo que la naturaleza, o Dios, o llámelo equis, nos entregó a las mujeres y luego nos fue cercenado por una civilización machista, patriarcal, dominada por el miedo a esa energía nuestra. Tengo 31 años y recién comencé a percatarme del poder que tenemos y de la responsabilidad que éste supone en un mundo al borde del colapso. Los cambios están a la vuelta de la esquina y sólo ahora comprendo, o al menos intuyo, el papel que la energía femenina debe tener en ese cambio de era que predecían los mayas, y que, en los días buenos, veo con optimismo: esa mudanza hacia tiempos de menos sinrazón donde el hambre en tierras fértiles deje de ser lo normal y el despojar a multimillonarios de sus cuentas ilícitas en Suiza deje de ser lo ilógico.
Un buen día, hace ahora un año, conocí en la mesura del otoño porteño una cabra rosa que acabaría por enseñarme mucho más de lo que yo en aquel momento alcancé a presentir, aunque sí entendí desde el comienzo que aquella desconocida iba a tener mucho que decir en mi vida, tal vez porque, aunque eso lo sabría mucho más tarde, las dos somos blancas y rítmicas. Ella todavía no comía pétalos de rosa, pero ya era sabia. Me enseñó cómo nos rige la luna, cómo esa misma civilización patriarcal y capitalista, dañina y enferma, decadente y violenta, quiso que nos olvidásemos de aquella conexión, como quiso que separásemos nuestro cuerpo de nuestra alma, el ser humano de la naturaleza de la que forma parte. Absurdo, ignorante, pretencioso hombre blanco europeo. Yo comencé, junto a ella, a hacer esa reconexión con la tierra, con la luna, con mi naturaleza y mi menstruación, con mi sexualidad y mi sensualidad, con la diosa obscena que hay en mí como en todas las mujeres. Y juntas empezamos a entender, también, la urgencia de conectarnos entre nosotras para crecer y hacer evolucionar a un mundo tan necesitado de ello.
En esas andábamos cuando, por esas casualidades/causalidades de las que está la vida llena, nos llegó un viaje iniciático, sinérgico, energético, mágico, y los tiempos se aceleraron en estos tiempos de acelere cósmico. Llegamos a los cinco mil metros de altura en el corazón de la cordillera andina, y eso marca. Ahora, a pocos metros sobre el nivel del mar, cuesta asimilar lo vivido, pero ahí está, haciéndose presente a cada paso que damos y marcando también un futuro pleno de incertidumbre, pero también de posibilidades. Crisis es oportunidad y son tiempos de crisis. El tiempo de América Latina y, también, la hora de la mujer…
Alejandra
1 comentario:
¿A qué tanto sometimiento, pues? ¿No somos acaso las alumnas predilectas de Dido, que imantó a Eneas, de Salomé y Judith que decapitaron glandes turjentes sometidos al dictado de nuestros flujos, de Sallambô, de tobillo perfecto y vagina secreta y generosa? ¿Nuestra obscenidad no es acaso poder y grilletes? ¿El esperma acaso brota sin nuestra obscenidad? No hay esperma sin nuestra obsecnidad, por acción u omisión. Manuela
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